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Voy a citar un clásico; hacer una política de vivienda no tiene mucha ciencia, trata tan solo de entender origen y destino… Y esto tendría que estar basado en generar un muy buen diagnóstico de lo que tenemos y de tener muy claro a dónde queremos llegar.

En México la tasa de interés para un crédito hipotecario bancario se ubica en un rango promedio de 10 por ciento.

¿No les da a veces la sensación de que las ciudades se han ido convirtiendo en artículo de lujo, que cada vez marginan a más personas del derecho a verdaderamente vivir en ellas?

A ver… Tampoco es tema de que el sector inmobiliario empezara a decaer a partir del cambio de gobierno.

La verdad es que tampoco es que sea tan difícil parar la caída del sector inmobiliario y acelerar su reactivación, de modo que sea una de las actividades anticíclicas que permitan despertar la economía mexicana del evidente letargo en que se encuentra.

La semana pasada Citibanamex mandó al piso el pronóstico de crecimiento para la economía mexicanaubicándolo en un muy triste 0.2 por ciento.

¿Se pueden imaginar que la industria automotriz no hubiera dado un contundente golpe de timón para girar hacia esquemas menos contaminantes, aún y cuando esto implicó dar la espalda a muchos aspectos que en algún momento fueron considerados parte fundamental del ADN del sector?

Es una verdadera lástima que las casas no se saquen de un paquete y se terminen de hacer con 2 minutillos en un horno de microondas.

El parque habitacional de México es del orden de 34 millones de unidades… Y no lo digo yo, lo dice el INEGI (Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática).

No es noticia, desde que estaba en campaña, Claudia Sheinbaum ha manifestado en forma reiterada un evidente rechazo al sector inmobiliario.